De un 0-0 espeso al descanso a un vendaval en 17 minutos. En el London Stadium, con el aforo a rebosar, el Tottenham cambió el guion del derbi de Londres con una ráfaga que dejó sin respuesta a un West Ham desbordado. Pape Matar Sarr (47’), Lucas Bergvall (57’) y Micky van de Ven (64’) firmaron el 0-3 que eleva a los Spurs a 9 puntos en cuatro jornadas y acentúa el mal arranque de los de Graham Potter, anclados en 3 puntos tras su tercera derrota.
El marcador no refleja solo eficacia. También habla de control, de ritmo y de lectura del partido. Tottenham esperó su momento y, cuando lo tuvo, no perdonó. West Ham se sostuvo durante 45 minutos, pero se deshilachó nada más volver del descanso, sin capacidad de reacción ni balón para frenar la inercia visitante.
Un primer tiempo atascado, una reanudación letal
La primera parte fue una pelea de detalles: duelos divididos, pocas líneas de pase limpias y muchas precauciones. West Ham trató de juntar a su gente por dentro, con James Ward-Prowse y Tomás Souček como ancla, pero apenas encontraron a sus hombres de talento entre líneas. Jarrod Bowen, Lucas Paquetá y Crysencio Summerville se movieron, ofrecieron apoyos, sin una ventaja real. Cada intento se topó con una defensa bien plantada y una presión ordenada de Tottenham.
El descanso llegó con 0-0 y la sensación de que a cualquiera le valdría una chispa. Esa chispa apareció nada más volver. Minuto 47: Sarr atacó el área desde segunda línea y castigó un desajuste local. Fue el golpe que desabrochó el partido. West Ham acusó el golpe y, en lugar de asentarse, se partió. Tottenham olió sangre, aceleró las posesiones y verticalizó cada recuperación.
Diez minutos después, Bergvall amplió la ventaja con una definición serena que explicó bien su perfil: pausa cuando todo corre, técnica para orientar el control y remate limpio. El sueco, uno de los jóvenes que más han crecido desde su llegada, jugó como si el reloj estuviera de su parte. Su tanto bajó el volumen del estadio y subió el del equipo visitante, que ya imponía el ritmo con autoridad.
El 0-3 de van de Ven llegó en el 64’. Un central que empuja hacia arriba no solo cierra por detrás; también hiere en el área rival. Llegó desde atrás, atacó el espacio y convirtió el partido en una cuesta imposible para los de Potter. A partir de ahí, Tottenham administró la ventaja con oficio, encadenando posesiones más largas y evitando intercambios caóticos.
West Ham no encontró su plan B. Faltó pausa en la base, faltó colmillo arriba. Con el centro del campo superado en intensidad y en número, los locales quedaron a expensas de acciones aisladas que nunca cuajaron. Tottenham, en cambio, jugó en bloque: las segundas jugadas fueron suyas y los pasillos interiores dejaron de ser un problema.
El debut de Xavi Simons fue la nota de futuro en el tramo final. El neerlandés sumó sus primeros minutos, se ofreció entre líneas y dejó un par de giros que explican por qué el club apuesta por su incorporación: más desequilibrio, más opciones para romper defensas cerradas y más competencia en una zona donde Bergvall ya reclama foco.

Qué significa para Potter y para la tabla
El 1-0-3 del West Ham no es solo un número feo; es una tendencia. El equipo concede tramos largos sin protagonismo con balón y, cuando se desordena, lo paga. La grada pide respuestas y el banquillo mira el calendario con urgencia. Graham Potter necesita ajustar pronto: limpiar la salida de balón, proteger el carril central y darle a sus atacantes recepciones más cerca del área. Hoy, ni Bowen ni Paquetá ni Summerville recibieron donde hacen daño.
Para Tottenham, el 3-0-1 es un impulso mental y táctico. El equipo respondió después de un tropiezo reciente y reforzó su idea: un bloque compacto que corre junto, que aprieta tras pérdida y que ha encontrado en Sarr y Bergvall piernas y criterio para mandar los partidos. La aportación ofensiva de van de Ven subraya otro rasgo: la amenaza llega desde todas las líneas.
El contexto competitivo también importa. Ganar un derbi en septiembre no otorga títulos, pero sí coloca al equipo en una ventana favorable: confianza alta, vestuario enchufado y margen para integrar con calma a los nuevos. La aparición de Xavi Simons encaja con una línea clara del club: fichajes jóvenes, con techo y con impacto inmediato.
En el London Stadium, el ruido inicial fue local. Al final, las voces más claras fueron de la zona visitante. Tottenham no necesitó monopolizar la pelota para mandar; le bastó con manejar los tiempos y aprovechar los huecos cuando West Ham se estiró. Esa diferencia de oficio fue evidente tras el 0-1, cuando cada pérdida local se convirtió en una transición peligrosa.
El proyecto de Potter pide paciencia, pero la Premier no suele concederla. A falta de resultados, el debate crece: cómo encajar el plan de circulación con la necesidad de morder más arriba; cómo proteger a una defensa que sufre cuando el equipo se parte; cómo activar a sus mejores hombres en ventaja y no a 40 metros del arco. Son preguntas tácticas, pero también anímicas.
Claves del derbi en una mirada rápida:
- La ráfaga postdescanso: tres goles en 17 minutos decantaron todo.
- Superioridad en medio campo: Sarr y Bergvall ganaron duelos y metros.
- Versatilidad ofensiva: hasta un central como van de Ven apareció en zona de remate.
- Apagón creativo del West Ham: pocas recepciones en zonas de finalización para Bowen, Paquetá y Summerville.
- Debut con intención: Xavi Simons sumó minutos y perfiles para el último pase.
El 0-3 no es solo una goleada. Es un recordatorio de lo que marca diferencias en la élite: gestionar los momentos, sostenerse en el tramo malo y golpear en el bueno. Tottenham lo hizo. West Ham no. Y en un derbi, esa brecha se hace gigante en cuestión de minutos.
El calendario no da tregua, así que el valor de esta noche va más allá de los puntos. Para Tottenham, es gasolina competitiva. Para West Ham, un aviso temprano de que el margen de error se estrecha. La tabla en septiembre no sentencia nada, pero sí dicta urgencias. Y hoy habló claro.